“Fast Fashion, Slow Waste”, de la fotógrafa polaca Kasia Trojak, explora las consecuencias de nuestra ropa desechada y las vidas construidas entre ella.
Accra, la capital y ciudad más grande de Ghana, se extiende junto a la costa del Golfo de Guinea, en África Occidental. Desde la orilla, contemplando el horizonte, es fácil imaginar un paraíso idílico. Pero en grandes extensiones de costa, uno se enfrenta a otra realidad: playas abarrotadas de botellas de plástico, bolsas de polietileno, envoltorios y capas de ropa mojada y sucia tan gruesas que la arena apenas se ve debajo.
En Accra, los residuos se eliminan mediante vertidos a cielo abierto e incineración, creando pequeños montículos humeantes que los recicladores recorren a diario. A primera vista, el problema de los residuos parece tener su origen en una infraestructura deficiente, y si bien esto es parcialmente cierto, el problema es mucho más profundo.
La moda rápida y el consumo excesivo juegan un papel importante en la crisis. Ghana recibe alrededor de 15 millones de prendas de vestir usadas semanalmente de países occidentales y... ChinaEl 40 % termina en vertederos urbanos descontrolados. Las consecuencias de estos residuos van más allá del medio ambiente; impactan la vida de pescadores, recicladores y sus familias, quienes viven en viviendas improvisadas entre los escombros.
Kasia Trojak se sintió atraída por Accra tras enterarse, por un compañero fotógrafo, de que las donaciones de residuos textiles habían desbordado las playas, y que las telas desechadas ahora se habían integrado en la esencia misma del paisaje y en la vida de quienes lo habitan. Decidió documentar esta realidad, viajando desde Los Ángeles, donde reside, a Accra para capturar una historia que esperaba planteara la siguiente pregunta: ¿Cuánto necesitamos realmente y a qué precio?
Al principio, como extranjera, Kasia se sintió dividida, lidiando con sentimientos de culpa y cuestionamientos, "¿Soy la persona adecuada para fotografiar esto?" Sin embargo, su enfoque, basado en la compasión, la curiosidad y un deseo genuino de comprensión, le permitió conectarse con las personas que conoció, construir relaciones y compartir sus stories.
Aunque muchas de las imágenes son cálidas, tiernas y esperanzadoras, otras transmiten la magnitud y gravedad del problema. Montañas de residuos en llamas que liberan humo tóxico al aire y a los pulmones de quienes dependen de ellos para sobrevivir; playas donde la arena apenas se ve bajo capas de ropa y plástico, ahora incrustada en los granos.
Es impactante. Y para Trojak, dejó una profunda huella personal. Aunque había investigado el problema a fondo antes de llegar, presenciarlo de primera mano fue algo completamente distinto. “Después de ver y experimentar cosas por tu cuenta, te cambia y permanece contigo para siempre”. ella dice. No puedes olvidar lo que has visto, y eso te obliga a sentirte de cierta manera. Tener conocimiento y comprensión te hace reevaluar tu propio impacto.
La experiencia transformó su enfoque de la moda: ahora compra menos, repara y reutiliza más, y considera cuidadosamente cada pieza antes de incorporarla a su vida. Espera que el proyecto pueda impulsar ese mismo cambio en otras personas.
“Espero que la PEOPLE comprenda cómo sus decisiones, a menudo tomadas sin pensarlo mucho, pueden tener repercusiones y afectar vidas mucho más allá de las suyas”. ella dice. Vivimos en una sociedad consumista, pero me esfuerzo por vivir de forma más consciente y sostenible, y creo que la fotografía tiene el poder de inspirar ese cambio en los demás.
Todas las imágenes © Kasia Trojak